sábado, 12 de febrero de 2011

Reflexión: Día 2

Una pena empezar algo que sabes que no va a ir a más gracias a la ayuda de tu mejor amiga la pereza y la inconstancia, que hace que tus actos anteriormente proyectados con ilusión, se convierta en una semirrecta de punto y coma.

Los recorridos visuales son poderósamente atrayentes. Juegan con el bienestar de la mirada volcándola hacia donde el capricho del trazador la manda, siguiendo la orden gráfica o imaginaria de su voluntad, extensión de su cuerpo y de su mente que ordena al subconsciente que le obedezca sin cuestionarse si es una lectura coherente, incoherente, si tiene que ver con uno mismo o si lo que espera al final es un precipicio hacia el vacío más absoluto.
Teniendo en cuenta que cada persona no es tan diferente a la que pueda tener al lado, es de suponer que toda la masa que sigue una simple linea en pos de una recompensa irracionalmente anhelada (no instintivamente) tiene la cadencia de ese recorrido en su vida. Por eso la desea, la sigue, la construye a partir de los deseos de otro individuo fuera de ellos, y consiguen lo que quieren, una ilusión, un algo, un concepto en un contexto para completar su existencia.

El deseo de completarse a uno mismo nace del desconocimiento parcial de su propia existencia.