sábado, 12 de febrero de 2011

Experiencias espaciales

Si cada linea cobra sentido en un espacio, será que el desarrollo del pensamiento performático actúa de manera lógica con nuestra situación en la realidad.

Si buscamos lo que nos mueve en cada sitio, lo que nos emociona, lo que nos convence, lo que deseamos hacer parte de nosotros, lo que nos hace saltar, reir, cantar (y otros verbos de escuela de primaria), sabremos dónde estamos.
Pasamos sin pena ni gloria por un sinfín de sitios a lo largo del día (el que no se encierra en su habitación, que al igual debería darse cuenta que al fondo del armario se forman unas pelusas estéticamente bastante sugerentes...), y no nos damos cuenta muchas veces de las emociones que nos transmite, que actúa directamente sobre nosotros y nos lleva a actuar consecuentemente de una forma. Es como una imagen subliminal dentro de la superliminalidad de la realidad que nos rodea.

Así, cuando hace dos días iba mirando al suelo, hacia los baldosines de forma cuadrángular de 10x10 de las aceras que muchas veces me hacen tropezar con el patinete, levanté la vista y observé unas reformas que realizaban en un jardincito. Estaban colocando tierra de color marrón, levantando lo que ya había plantado, y restaurando lo que ya había (supongo, porque no había nadie trabajando). Y de repente me había saltado una bifurcación en el camino y me estaba yendo hacia otro lado, alejándome del camino preseleccionado.
El poder visual hace que lo que nos parece interesante nos atraiga de tal forma que olvidamos lo que realmente deseamos por un momento, y lo sustituimos por la ambición de llegar al final del asunto, saliendo de la monotonía que nos hace seguir una constante en el camino. Es tan poderosa que anula la mente llevándonos hacia donde otros quieren (sé que la intención de los obreros no era impedirme llegar a mi casa a comer). Indirectamente, la belleza (belleza como útil) de lo cotidiano pasó a manos de algo extraordinario dentro del recorrido trazado. Se podría comparar a las escapadas improvisadas en un fin de semana cualquiera, que no es para nada extraordinaria (porque si vas a hacer una escapada, lo vas a hacer un fin de semana), pero en cambio te atrae como una novedad fuera de lo que es "normal".

Otra experiencia espacial que tengo, no es nada puntual.
Según el espacio que nos encontremos, reaccionamos de una manera u otra, debido a las leyes (escritas o no), tanto sociales como personales, los modales, el saber estar... Pero las reacciones involuntarias también son inevitables, como cuando en el portal de tu edificio, cuando llegas a él, justo después de apretar el botón del ascensor, los sentidos se alteran, saben dónde te encuentras, tus piernas saben que no tienen que moverse, tu cuerpo tiene que esperar a que el maldito cacharro que nos hizo la vida más fácil, baje. Lo saben. Saben que tienen que esperar un rato. Lo saben lo suficientemente como para que el sentimiento de micción haga su aparición.

Son momentos de los que no nos damos ni cuenta, que estamos atrapando información constantemente, con lo que vemos, con lo que escuchamos, con lo que sentimos, con lo que olemos.... pero también con lo que sabemos, con lo que dialogan el espacio en el que nos encontramos. Esa información es una constante, pero tanto la que recibimos, como la que generamos.

Las personas son como líneas dentro del espacio, relaciones interperso-espaciales.
Líneas como vínculos de uniones entre las propias lineas.

1 comentario:

Marta G. dijo...

No te ha pasado nunca que coges las llaves de casa y te las guardas en un bolsillo y al instante no darte cuenta del gesto que has hecho??? Es alucinante como nos movemos por la vida sin darnos cuenta de las pequeñas cosas. Muchas veces me he perdido por Madrid simplemente por ir hablando y estar más pendiente de la persona y de la conversación que de por donde voy caminando. O que vaya caminando por un sitio nuevo y de repente me venga un recuerdo de que ya he estado en ese sitio, y después de ese recuerdo suele venir una sonrisa.
Hay que saber apreciar esas cosas :)